El equipo de rodaje de 'Lawrence de Arabia', cuya división artística capitaneaba el director de producción John Box, llegó a Sevilla a finales de 1961 para rodar buena parte del metraje de la película, incluyendo la gran mayoría de los interiores y algunas secuencias en exteriores.
Todos los trabajos anteriores se habían desarrollado en Jordania, donde la Columbia llegó a ganarse las simpatías del rey Hussein mediante la contratación de Sir Anthony Nutting, arabista y ex secretario de estado de Asuntos Exteriores del Gobierno inglés. Las dificultades para rodar en el desierto -temperaturas extremas, frecuentes tormentas de arena, precarias instalaciones para los miembros de equipo...- disparó los costes del rodaje previstos por el productor Sam Spiegel.
A pesar de que él y el director de la película, David Lean, acababan de firmar un éxito sin precedentes en la historia de Hollywood, 'El puente sobre el río Kwai', no pudieron permitirse rodar la nueva producción en Oriente Medio, por lo que la productora comenzó a buscar otro lugar donde continuar la película.
Entre las nuevas localizaciones se barajaron varias ciudades españolas, aunque John Box inclinó finalmente la balanza en favor de Sevilla por la "variedad de edificios históricos" que encajaban a la perfección como decorados de la historia de 'Lawrence de Arabia'. La otra localización española fue, por sus características desérticas, la provincia de Almería, donde se rodó un mínima parte de la cinta.
En la capital andaluza se recrearon hasta cuatro ciudades árabes en las que se desarrollaba la trama. El edificio que actualmente ocupa la sede de la Capitanía General del Ejército, en la plaza de España, fue la sede del cuartel general inglés en El Cairo, cuyo bar de oficiales, que Lawrence profana haciéndose acompañar por un árabe tras la toma de Aqaba, se recreó en el cercano hotel Alfonso XIII.
Las calles de la ciudad de Deraa, donde el protagonista es apresado, torturado y violado -detalle éste sutilmente narrado que aún hoy pasa desapercibido para muchos espectadores-, se filmaron en los aledaños de la muralla de la Macarena, donde el equipo de producción recreó las calles sucias y miserables que exigían el guión.
El sótano del pabellón de Perú construido para la Exposición Iberoamericana de 1929 -hoy sede de la Casa de la Ciencia- sirvió como sala de mapas del cuartel inglés en El Cairo donde el comandante Lawrence mata su aburrimiento al comienzo de la película. Las mismas dependencias sirvieron como decorado para la mencionada escena de la tortura del protagonista a manos del bey turco, interpretado por José Ferrer.
Una de las escenas más espectaculares se rodó en el interior del Casino de la Exposición, magistralmente transformado por el equipo de Box en el salón de plenos del Ayuntamiento de Damasco. Allí se materializa el fracaso del protagonista en su intento de unir a todas las tribus de Arabia en la lucha contra los turcos.
El Real Alcázar y la Casa de Pilatos se convirtieron durante días en el cuartel general del ejército inglés en Jerusalén. Cuentan que el equipo técnico no pudo evitar la rotura de alguna obra de arte pertenciente a la casa. Cuando la duquesa de Medinaceli descubrió el estropicio, exclamó: «Ah, bueno, sólo era romana».
La escena más espectacular, sin embargo, fue la de la llegada de Lawrence a Jerusalén, que se ambientó en la plaza de América, con el Pabellón Mudéjar como escenario de fondo. En ella se contó con la participación de más de ochocientos extras sevillanos seleccionados días antes en la ciudad.
Llegó al rodaje por casualidad, hace ahora cincuenta años, una tarde que pasaba por las inmediaciones del parque de María Luisa. Y antes que formar parte de la historia del cine, lo que se le apareció fue una oportunidad única para llevar algo de dinero a casa, cosa que siempre era bien recibido en aquella época de apreturas. El entonces veinteañero Antonio González, fue uno de los cientos de extras que la productora Columbia fichó en Sevilla para participar en una de las películas que hicieron su grande catálogo y al propio Hollywood, aún más grande:'Lawrence de Arabia'.
Andaba Sevilla sumida en la tragedia en el comienzo de aquel invierno de 1961. El accidente de avioneta que acabó con la vida de cuatro personas cubrió de luto todo lo relacionado con una Operación Clavel que pretendía a paliar la desgracia en la que el Tamarguillo había ahogado el presente de miles de familias que se habían quedado sin hogar.
Y en esto llegó Hollywood con su fascinante maquinaria para transformar la ciudad en una realidad soñada. De El Cairo a Deraa, de Jerusalén a Damasco, calles y edificios de Sevilla se convirtieron en los escenarios de uno de los más épicos relatos de la historia del cine.
Entre los meses finales de 1961 y el primer trimestre de 1962, el populoso equipo de más de setenta técnicos de la Columbia que capitaneaban el director David Lean y el productor Sam Spiegel, desembarcó en la capital andaluza después de varios meses de rodaje en Jordania, donde se filmaron casi todas las escenas ambientadas en el desierto. Tras aquella dura experiencia en la que el equipo soportó las extremas condiciones del desierto jordano, rodar en Sevilla supuso un alivio considerable.
Establecieron su cuartel general en elhotel Alfonso XIII -que además sirvió como set de rodaje en algunas de las escenas de la película-, donde se alojaron el propio director y los actores protagonistas, Alec Guiness, Anthony Quinn, Omar Sharif y un joven Peter O'Toole que aceptó el papel principal tras el rechazo de Marlon Brandon, que prefirió marcharse a Tahití para rodar Rebelión a bordo.
El ayudante de dirección Pedro Vidal fue contratado para coordinar la participación en la cinta de miles de extras sevillanos en algunas escenas como la llegada de Lawrence de Arabia al cuartel del general inglés en Jerusalén, recreada en la Plaza de América y la puerta principal del Museo Arqueológico.
Según relata Vidal en el ensayo sobre la película 'Lawrence de Arabia', del crítico cinematográfico Juan Tejero (T&B Editores, 2002), para animar a los 800 extras sevillanos que participaron en esa escena y que desconocían el personaje protagonista y su historia real pero debían mostrarse entusiasmados de júbilo ante las cámaras, se les dijo que la personalidad que llegaba en el coche acompañado de oficiales ingleses era el torero Antonio Ordóñez, ídolo taurino de la época.
Antonio González no recuerda haber recibido aquella motivación, pero sí recuerda la cantidad de veces que tuvieron que repetir la escena. "Acudí a la cita en la plaza de América con mi padre, a quien también seleccionaron, y allí mismo nos vistieron de árabes y nos maquillaron para oscurecernos la piel", recuerda. "Había muchos extras y muchos técnicos de la película corriendo de un lado para otro. Nos explicaron que teníamos que gritar y agitar un periódico enrollado que nos dieron a cada uno cuando escucháramos el grito de ¡acción! Lo repetimos decenas de veces, estuvimos todo el día para rodar sólo eso a cambio de varios bocadillos y 5.000 pesetas, una fortuna en la época".
La película, basada en Los siete pilares de la sabiduría del Lawrence real, de nombre Thomas Edward, narra las aventuras y la complicada personalidad de este militar y aventurero inglés convertido en mito gracias a sus campañas en Arabia contra el ejército turco y a favor de la unificación de las tribus de la zona durante la Primera Guerra Mundial. La cinta, cuyo proyecto original nació con la intención de repetir el éxito de la anterior colaboración entre Spiegel y Lean, El puente sobre el río Kwai, obtuvo un gran éxito y cosechó siete oscar en 1963, cuatro meses después de su estreno mundial.
"Después del rodaje de aquella escena, los del casting me volvieron a citar, esta vez en una casa de la calle Miguel de Mañara. Allí me probaron varios uniformes de oficial inglés, hasta que dieron con uno de mi talla, incluyendo la gorra de plato y botas de montar que yo reconocí como de gran calidad porque yo me dedicaba al negocio de la zapatería", recuerda Antonio.
"Me traladaron, junto a varios extras más, hasta el Alcázar, a apenas 100 metros, en el interior de una furgoneta porque nadie podía vernos. Y en el Alcázar rodamos una escena de tan sólo unos segundos en la que Peter O'Toole mantenía un diálogo con un oficial inglés delante nuestra mientras caminaban. La pena es que no se pararan delante nuestra, porque entonces me hubiera podido reconocer en la pantalla".
La mayoría de las escenas de interiores de la película se rodaron en Sevilla, ciudad elegida por el diseñador de producción John Box por la gran variedad arquitectónica de edificios históricos, incluyendo algunos de estilo neomudéjar como el Museo de Artes y Costumbres Populares que tan bien encajaba con la estética de la historia. «No hizo falta construir muros, teníamos estructuras naturales que hacían que nuestro mundo fuese real», recuerda Box en el libro. «Evidentemente, los accesorios de atrezzo nos ayudaron considerablemente en nuestra labor».
El rodaje en Sevilla, que finalizó el 19 de marzo de 1962, estuvo plagado de anécdotas. Como las escapadas nocturnas de O'toole y Sharif a algunos tablaos o cómo la crecida del Tamarguillo inundó los sótanos del Pabellón de Perú de la Exposición Iberoamericana y echó a perder los decorados listos para rodar la escena de Lawrence trabajando en la sala de mapas del cuartel general inglés en El Cairo. Recompuesto el escenario, la secuencia tuvo su dificultad añadida: conseguir que una mosca se posara junto a la mano de protagonista en un plano detalle, algo que llevó horas de paciencia a los ayudantes de producción.