El Parque de María Luisa situado en Sevilla (España) es el jardín público o parque más famoso de la ciudad y uno de sus pulmones verdes. Recientemente ha sido declarado Bien de Interés Cultural. Se inauguró como parque público el 18 de abril de 1914 con el nombre de Parque Urbano Infanta María Luisa Fernanda.
En 1848, los duques de Montpensier se establecen en Sevilla, adquiriendo en 1850 el palacio de San Telmo. De forma complementaria adquirieron dos fincas para acondicionarlas como jardines del palacio, La Isabela y San Diego, que contenía los restos del antiguo convento franciscano de San Diego. Los duques escogieron al jardinero francés Lecoland para el diseño de estos jardines. El terreno se encajaba en un recinto acotado entre el antiguo camino de Dos Hermanas, en su frente del Prado de San Sebastián y el Paseo del Río y el Paseo de las Delicias; limitándose al norte por los Jardines de Cristina y al sur por los huertos de la Mariana. De esta etapa data el kiosko de la Isleta de los Patos (hoy conocido como Pabellón de Alfonso XII).
En 1893 la duquesa, ya viuda, cede a la ciudad una importante parte de los jardines de San Telmo, que se incorporaron al patrimonio urbano en 1911.
Hasta 1910 no se realizaron grandes obras en esta área, solo es destacable la construcción en 1893 del Costurero de la Reina y de un invernadero de estructura metálica. En 1910, se escoge el parque como ubicación principal de la futura Exposición Hispanoamericana que tendría lugar en 1929. En enero de 1911, el comité ejecutivo de la exposición inicia los trámites para la reforma del parque para el evento, eligiéndose a Aníbal González como director de la parte arquitectónica de la exposición y a Jean-Claude Nicolas Forestier, paisajista francés, conservador del bosque de Boulogne en París, para las obras de jardinería. Las obras se realizaron entre 1912 y 1922. El arquitecto francés transformó lo que eran unos jardines palaciegos en un parque público. Forestier no impuso el clasicismo francés en su trabajo y adaptó su obra al clima y el paisaje de la ciudad. Viajó por Andalucía, reflejando en el parque elementos de influencia de la Alhambra de Granada, el Generalife, del parque del Retiro de Madrid y dentro de la propia ciudad, de los Alcázares de Sevilla y algunas casas nobles sevillanas, manteniendo el respeto de la arboleda ya existente. De esta fecha datan algunos elementos, como la glorieta de los lotos, el Jardín de los Leones y la Fuente de las Ranas.
El parque se inauguró 18 de abril de 1914, coincidiendo con la fería de ese año. Para la Exposición Iberoamericana se realizaron en la Plaza de América el denominado Pabellón Mudéjar, construido entre 1911 y 1916, y en 1914 se inició la Plaza de España. La Plaza de América albergaría el Pabellón Real, el Pabellón Mudéjar y el Pabellón de Bellas Artes.
En 1915, Forestier diseña su proyecto para la ampliación del parque en los terrenos colindantes a la plaza de España. Hasta la inauguración de la Exposición del 1929, se fueron construyendo también distintas glorietas con rememoranzas literarias y culturales, como glorieta de Bécquer (1911), glorieta de Cervantes (1916), glorieta de Mas y Prat (1924) y glorieta Hermanos Álvarez Quintero (1925-26), que tendrían su continuación en años posteriores.
El parque tiene una extensión de 34 hectáreas, goza de una extensa variedad vegetal, muy frondosa en muchos puntos, diáfana en otros, con algunas zonas extensas de hierba.
El parque, tal como se puede contemplar actualmente, es bastante similar al de la Exposición de 1929. Forestier creó un eje central en el parque que comprendía el monte Gurugú y el estanque de los patos, que eran los dos elementos más importantes ya existentes antes de su intervención. A este eje se incorporaron la fuente de los Leones y el estanque de los Lotos, además se añadieron las avenidas de Pizarro y la de Hernán Cortes, que corren paralelas a este eje y otra de forma perpendicular, para poder facilitar la circulación de carruajes. Se mantuvieron el arbolado prexistente y los senderos secundarios. El parque se configura así con una estructura formada por una combinación de jardines menores de carácter autónomo, organizados en torno a estanques, fuentes, monumentos y pabellones, que permitiría intervenciones posteriores, de carácter parcial, sin alterar el conjunto. De esta manera aparecieron las glorietas que vinieron a constituir espacios que comparten un ámbito público del parque y a la vez íntimo que refleja los patios de las casas andaluzas, utilizando para su diseño elementos decorativos propios y representativos de la historia regional y local.
También contiene gran variedad de especies avícolas, entre las que se pueden destacar los pavos reales y pájaros cantores, cisnes y patos que esperan a veces ser alimentados por los paseantes con pan o granos de los que se venden en lugares como la Plaza de América.
En la zona norte se encuentra la Plaza de España, que cuenta con el Museo Histórico Militar. En la parte sur se halla la Plaza de América con el museo de Artes y Costumbres Populares y el museo Arqueológico. En esta plaza se reúnen gran cantidad de palomas y por esta razón al Parque en general también se le conoce por el sobrenombre de "parque de las palomas".